22 enero 2009

Calidad de Vida

La calidad de vida se define en términos generales como el bienestar, felicidad y satisfacción de un individuo, que le otorga a éste cierta capacidad de actuación, funcionamiento o sensación positiva de su vida. Su realización es muy subjetiva, ya que se ve directamente influida por la personalidad y el entorno en el que vive y se desarrolla el individuo. Según la OMS, la calidad de vida es "la percepción que un individuo tiene de su lugar en la existencia, en el contexto de la cultura y del sistema de valores en los que vive y en relación con sus expectativas, sus normas, sus inquietudes. Se trata de un concepto muy amplio que está influido de modo complejo por la salud física del sujeto, su estado psicológico, su nivel de independencia, sus relaciones sociales, así como su relación con los elementos esenciales de su entorno".

Un indicador común para medir la calidad de vida es el Índice de Desarrollo Humano (IDH), establecido por las Naciones Unidas para medir el grado de desarrollo de los países a través del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), cuyo cálculo se realiza a partir de las siguientes variables:
Esperanza de vida.
Educación, (en todos los niveles).
PBN per Capita.
Los países con el IDH más alto son Islandia, Noruega, Australia, Suecia, Canadá y Japón. De Latinoamérica, Argentina, Chile, Uruguay y Costa Rica.

Salud Del Planeta


El pasado Día Internacional del Agua fue el más abundante en análisis sobre los factores que impiden un uso racional de tan vital recurso. El gobierno, los organismos internacionales y los grupos de la sociedad civil directamente vinculados con los temas ambientales ofrecieron información precisa que muestra lo que ocurre con el agua en México y en el mundo. No faltaron los "líderes" agrarios que tarde descubren la crisis hídrica en el campo (propiciada en los 70 años de mando priísta) y llaman a impedir la privatización de un bien público como es el agua. Desde hace décadas, dependencias oficiales, organizaciones ciudadanas y especialistas plantean cómo solucionar el problema, sin que ello se refleje en una nueva política oficial ni en normas legislativas acordes con la realidad. El presidente Fox reiteró el sábado pasado que el del agua es asunto de seguridad nacional, pero omite decirnos qué hace su administración para lograr su buen uso.
Mientras, virtualmente pasó desapercibida una fecha también importante: hace 55 años se creó la Organización Meteorológica Mundial. Fue el 23 de marzo de 1950 cuando se estableció este organismo que contribuye a nivel global al conocimiento de los fenómenos naturales que inciden directamente en el bienestar humano, la economía y el desarrollo social.
En esta ocasión la celebración se consagra a analizar las vinculaciones que existen entre el tiempo, el clima, el agua y el desarrollo sostenible. Son temas inseparables cuando se habla de los desajustes ambientales que se registran como fruto del efecto invernadero, del calentamiento del planeta.
Como hemos visto en México y en el resto del mundo, la calidad de vida de la población, la economía, la naturaleza, se encuentran cada vez más vulnerables a los cambios radicales que se registran debido a los factores climáticos y meteorológicos. Un ejemplo terrible sobre los aspectos anteriores los tenemos ahora en el continente africano, el más perjudicado por las variaciones climáticas, al grado que los esfuerzos que se hacen para sacarlo de la pobreza serán vanos de continuar el aumento de las temperaturas.
Según los informes más recientes, no solamente en Africa, sino también en los demás continentes, la situación climática y meteorológica ha cambiado las últimas décadas como fruto de la generación de gases que producen el efecto invernadero, el mal uso de los recursos naturales, destacadamente el agua, y por la deforestación acelerada de bosques y selvas. Como resultado de todo ello, hoy se conoce, por ejemplo, que en los últimos 15 años, aproximadamente 90 por ciento de los desastres naturales fueron de origen hidrometeorológico. Según datos de Naciones Unidas, durante ese mismo periodo los desastres causaron casi 700 mil víctimas mortales, afectaron a más de 2 mil millones de personas, acabaron con cosechas de alimentos donde más falta hacían y afectaron la economía en cerca de 500 mil millones de dólares.
Por otro lado, lo cambios meteorológicos se reflejaron en los ciclos de las lluvias y las temporadas de secas, causando enfermedades numerosas, especialmente en los países más pobres. En estos últimos fue donde en mayor medida se dejaron sentir los efectos devastadores de huracanes, terremotos y ciclones, de la sequía.
Hizo bien la Organización Meteorológica Mun-dial en escoger como temas celebratorios los descritos, máxime si hoy, además, contamos con mejor información para prevenir, minimizar o reducir las repercusiones del cambio climático, para proteger a la población y al medio ambiente. Pero falta lo principal: decisión política para cambiar de modelo, para no complacer más los intereses de los grupos económicos (como los que controlan los hidrocarburos) que fijan el rumbo en la economía mundial, y a los que en poca estima tienen la salud del planeta y la calidad de vida de la población. Para ellos, la ganancia es primero.


Calentamiento Global



Calentamiento global es un término utilizado habitualmente en dos sentidos:
Es el fenómeno observado en las medidas de la temperatura que muestra en promedio un aumento en la temperatura de la atmósfera terrestre y de los océanos en las últimas décadas.
Es una teoría que predice, a partir de proyecciones basadas en simulaciones computacionales, un crecimiento futuro de las temperaturas.
Algunas veces se utilizan las denominaciones cambio climático, que designa a cualquier cambio en el clima, o cambio climático antropogénico, donde se considera implícitamente la influencia de la actividad humana. Calentamiento global y efecto invernadero no son sinónimos. El efecto invernadero acrecentado por la contaminación puede ser, según algunas teorías, la causa del calentamiento global observado.
La temperatura del planeta ha venido elevándose desde mediados del siglo XIX, cuando se puso fin a la etapa conocida como la pequeña edad de hielo.





Cualquier tipo de cambio climático además implica cambios en otras variables. La complejidad del problema y sus múltiples interacciones hacen que la única manera de evaluar estos cambios sea mediante el uso de modelos computacionales que intentan simular la física de la atmósfera y del océano y que tienen una precisión limitada debido al desconocimiento del funcionamiento de la atmósfera.
La teoría antropogénica predice que el calentamiento global continuará si lo hacen las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). El cuerpo de la ONU encargado del análisis de los datos científicos es el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés de Inter-Governmental Panel on Climate Change).El IPCC indica que "[...]La mayoría de los aumentos observados en las temperaturas medias del globo desde la mitad del siglo XX son muy probablemente debidos al aumento observado en las concentraciones de GEI antropogénicas.".[1] Sin embargo, existen algunas discrepancias al respecto de que el dióxido de carbono sea el gas de efecto invernadero que más influye en el Calentamiento Global de origen antropogénico[cita requerida].
El Protocolo de Kyoto, acuerdo promovido por el IPCC, promueve una reducción de emisiones contaminantes (principalmente CO2). El protocolo ha sido tachado en ciertas ocasiones de injusto, ya que el incremento de las emisiones tradicionalmente está asociado al desarrollo económico, con lo que las naciones a las que más afectaría el cumplimiento de este protocolo podrían ser aquellas zonas menos desarrolladas.






Teorías que intentan explicar los cambios de temperatura
El clima varía por procesos naturales tanto internos como externos. Entre los primeros destacan las emisiones volcánicas, y otras fuentes de gases de efecto invernadero (como por ejemplo el metano emitido en las granjas animales). Entre los segundos pueden citarse los cambios en la órbita de la Tierra alrededor del Sol (Teoría de Milankovitch) y la propia actividad solar.
Los especialistas en climatología aceptan que la Tierra se ha calentado recientemente (El IPCC cita un incremento de 0.6 ± 0.2 °C en el siglo XX). Más controvertida es la posible explicación de lo que puede haber causado este cambio. Tampoco nadie discute que la concentración de gases invernadero ha aumentado y que la causa de este aumento es probablemente la actividad industrial durante los últimos 200 años.
También existen diferencias llamativas entre las mediciones realizadas en las estaciones meteorológicas situadas en tierra (con registros en raras ocasiones comenzados desde finales del siglo XIX y en menos ocasiones todavía de una forma continuada) y las medidas de temperaturas realizadas con satélites desde el espacio (todas comenzadas a partir de la segunda mitad del siglo XX). Estas diferencias se han achacado a los modelos utilizados en las predicciones del aumento de temperatura existente en el entorno de las propias estaciones meteorológicas debido al desarrollo urbano (el efecto llamado Isla de calor). Dependiendo del aumento predicho por estos modelos las temperaturas observadas por estas estaciones serán mayores o menores (en muchas ocasiones incluso prediciendo disminuciones de las temperaturas).






Teoría de los gases invernadero

Concentración de dióxido de carbono en los últimos 417.000 años. La parte roja indica la variación a partir de 1800.
La hipótesis de que los incrementos o descensos en concentraciones de gases de efecto invernadero pueden dar lugar a una temperatura global mayor o menor fue postulada extensamente por primera vez a finales del s. XIX por Svante Arrhenius, como un intento de explicar las eras glaciales. Sus coetáneos rechazaron radicalmente su teoría.
La teoría de que las emisiones de gases de efecto invernadero están contribuyendo al calentamiento de la atmósfera terrestre ha ganado muchos adeptos y algunos oponentes en la comunidad científica durante el último cuarto de siglo. El IPCC, que se fundó para evaluar los riesgos de los cambios climáticos inducidos por los seres humanos, atribuye la mayor parte del calentamiento reciente a las actividades humanas. La Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (National Academy of Sciences, NAC) también respaldó esa teoría. El físico atmosférico Richard Lindzen y otros escépticos se oponen a aspectos parciales de la teoría.
Hay muchos aspectos sutiles en esta cuestión. Los científicos atmosféricos saben que el hecho de añadir dióxido de carbono CO2 a la atmósfera, sin efectuar otros cambios, tenderá a hacer más cálida la superficie del planeta. Pero hay una cantidad importante de vapor de agua (humedad, nubes) en la atmósfera terrestre, y el vapor de agua es un gas de efecto invernadero. Si la adición de CO2 a la
atmósfera aumenta levemente la temperatura, se espera que más vapor de agua se evapore desde la superficie de los océanos. El vapor de agua así liberado a la atmósfera aumenta a su vez el efecto invernadero (El vapor de agua es un gas de invernadero más eficiente que el CO2. A este proceso se le conoce como la retroalimentación del vapor de agua (water vapor feedback en inglés). Es esta retroalimentación la causante de la mayor parte del calentamiento que los modelos de la atmósfera predicen que ocurrirá durante las próximas décadas. La cantidad de vapor de agua así como su distribución vertical son claves en el cálculo de esta retroalimentación. Los procesos que controlan la cantidad de vapor en la atmósfera son complejos de modelar y aquí radica gran parte de la incertidumbre sobre el calentamiento global.



Ernst Haeckel


Ernst Haeckel fue un ferviente evolucionista. Sus ideas al respecto fueron recogidas en 1866 en su Generelle Morphologie der Organismen (Morfología general de los organismos), cuyo segundo volumen dedicó a Charles Darwin, Wolfgang Goethe y Jean-Baptiste Lamarck. No obstante, aunque Haeckel fue un gran defensor de la idea de selección natural, en realidad ignoró el papel del azar en la teoría darwinista. Su evolucionismo aceptaba muchas de las ideas de Lamarck y la Naturphilosophie. Radicalmente progresista, Haeckel defendió que la evolución estaba dirigida hacia una complejización progresiva que tendría al hombre como meta última. Haeckel era, además, radicalmente materialista y monista y consideró la evolución como una de las mejores pruebas de dicha filosofía.
Haeckel fue, mucho más que Darwin, el gran responsable de la integración de la anatomía y la embriología en la teoría evolutiva.



Origen del hombre



Pedigree del hombre (Haeckel 1874)
Después de la publicación de El Origen de las especies de Darwin, cuándo aún no se había encontrado ningún antepasado de los humanos, Haeckel postulaba que la evidencia de la evolución humana se podía encontrar en las Indias Orientales Holandesas, y describió esas teorías con gran detalle, reconociendo que los simios y humanos tenían un origen común, y que debía de haber habido una especie intermedia, a la que dio el nombre de hombre simio o Pithecanthropus, la cual, aunque humana en muchos aspectos, no poseía la que consideraba verdadera característica del hombre, el lenguaje, por lo que la denominó Pithecantrhopus alalus. El lugar de su aparición habría sido Lemuria, un continente que según creencia del siglo XIX se había hundido en el Océano Índico en épocas remotas, y desde allí se había expandido por los otros continentes. Fascinado por su propia teoría encargó a sus estudiantes encontrar el eslabón perdido. Uno de ellos, Eugène Dubois, lo hizo al encontrar el conocido como Hombre de Java, al que dio el nombre de Pithecanthropus, aunque más tarde sería reclasificado como Homo erectus.

Sociobiología
Haeckel propugnaba también que las razas «primitivas» estaban en su infancia y precisaban la supervisión y protección de sociedades más maduras, de lo que extrapoló una nueva filosofía, que denominó monismo. Sus obras sirvieron de referente y justificación científica para el racismo, nacionalismo y socialdarwinismo y estuvieron en la base de las teorías racistas del nazismo.